lunes, 20 de octubre de 2014

UN SOLO LATIDO

Valdría la pena preguntarnos por la autenticidad de nuestro “libre actuar”. ¿Qué tan atados estamos a una sociedad movida por el pasado que decide lo que tenemos que hacer?

Sin embargo la responsabilidad misma no es de lo demás, ¡Es propia mente nuestra!, ya que somos dueños de nuestros actos y somos nosotros mismos quienes decidimos como actuamos. La solución está en nuestra mente, ya que allí es donde encontramos nuestra propia libertad, aquella que nos deja actuar conforme a lo que verdaderamente somos.

La Sociedad, nuestros padres, los profesores los medios de comunicación, nuestra formación y creencias son simplemente influencias que afectan nuestra manera de pensar, nos muestran un camino o una solución y nos dan una falsa o verdadera “identidad”. Los medios de comunicación nos venden un espejismo de una sociedad perfecta, nuestros padres nos enseñan a seguir el mejor camino y acercarnos a las mejores influencias; pero está en nosotros decidir quiénes somos y lo que pensamos. Somos los dueños de nuestras decisiones y los artífices de nuestra verdadera libertad, por ello está en nuestras manos ser arquitectos de aquellas barreras individualistas y prejuiciosas, que discriminan a aquellos que decimos pertenecen “al montón”; pero ¿Qué significa ser del montón? ¿Es bueno o malo?

Ser del “montón”, es asumir el papel del juez que autoriza o reprueba a los demás. Pero NO es solo caer en tal juzgamiento, significa ahogarnos en él y dejarnos llevar por él, olvidando que todos somos iguales y al mismo tiempo diferentes es nuestra esencia, lo que nos hace únicos, irrepetibles e indiscriminables, todos somos iguales en dignidad, en ese sentido somos parte del montón, pero al mismo tiempo somos diferentes, lo cual imposibilita la opción de discriminar o excluir por la diferencia.

Estamos en un país dividido por culturas, religiones y costumbres que se encarga de dividirnos, muchas veces olvidamos que somos del mismo lugar, pero eso no impide que seamos personas y que cada uno de nosotros seamos únicos, lo que significa que ser del “montón” o no, no tiene nada que ver con nuestro comportamiento, ya que este va ligado a nuestra personalidad, y esta la forjamos y la creamos todos los días a través de nuestro conocimiento y experiencia.

Cada persona tiene una identidad diferente y no se trata de cambiarla, se trata de convivir con ella, en este momento es muy difícil cambiar las tradiciones que llevan a los paradigmas de nuestra cultura, pero cada uno es libre en su interior, se trata de esta libertad en donde NO ponemos barreras para sobresalir entre los demás, se trata de poner la barreras, mejor llamadas “soportes” que forman nuestra identidad, esa que nos hace únicos e irrepetibles, se trata de encontrarle el propósito a nuestra vida, y encontrar el mejor camino.

Seamos del “montón” o no, todos y cada uno de nosotros tenemos una esencia diferente y una personalidad incomparable, al estar buscando nuestra identidad personal, no debemos pisotear los derechos de los demás, tenemos que usar el valor de la empatía. La palabra empatía, se refiere a ponerse en el lugar de los demás y saber cómo se siente cada persona

Para quitar todas las “barreras” es necesario encontrar el diálogo entre la conciencia individual que me hace único e irrepetible, en donde yo y solo yo existo y la conciencia colectiva que me hacen ser con otros y convivir con los demás. En tal medida yo acepto al otro, porque debo ser aceptado, necesitamos ser o buscar libertad, esto significa despojarnos de todo aquello que ata nuestras formas de pensar, se trata de dejar la discriminación a un lado, necesitamos adolescentes autónomos, que tomen sus propias decisiones y formen su personalidad, tanto individual como social, que no se dejen influenciar por medios de comunicación o prototipos, tenemos que formar las bases para que aunque vengamos de distintos lugares, hablemos o pensemos de manera diferente nuestros corazones latan como uno solo.


















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